MI EXPERIENCIA CON LA EXPRESIÓN CORPORAL

MI EXPERIENCIA CON LA EXPRESIÓN CORPORAL:

La primera vez que trabajé la expresión corporal fue cuando en 4ºESO una profesora nos dio un trimestre de bailes de salón. Recuerdo que en sus clases bailábamos chachacha, salsa, tango, etc. Además teníamos que bailar chicha con chico, no podíamos bailar dos chicas juntas o dos chicos juntos. Al final del trimestre teníamos que montar nosotros mismos una coreografía según el baile que nos tocara. En un primer momento, cuando la profesora nos explicó cómo íbamos a trabajar ese trimestre, no sabíamos que decir, ya que esto era nuevo para nosotros. En clase de educación física, siempre habíamos jugado a vóley, baloncesto, tenis, pero nunca habíamos bailado. Poco a poco, fuimos adaptándonos a estas clases y recuerdo que al principio teníamos mucha vergüenza de ponernos a bailar delante de toda la clase, pero una vez cogimos confianza nos lo pasábamos genial. Desde ese momento toda la clase nos llevábamos mucho mejor y el ambiente de clase cambió. Gracias a estas clases, y a la confianza que cogimos unos con otros, el ambiente de clase mejoró muchísimo.

A partir de ahí ya no volví a trabajar la expresión corporal hasta que llegué al TAFAD. Fue una experiencia muy diferente a la que tuve en 4ºESO. Las clases de expresión corporal que di en el TAFAD eran muy parecidas a las que estoy dando aquí. Recuerdo que había clases con música, en silencio, con mímica, con globos, con los ojos tapados, a través del tacto, etc. Hacíamos representaciones con mímica, con sonidos, con algunas partes del cuerpo... En definitiva, en esas clases me lo pasé muy bien, me divertí mucho. Fue una de las asignaturas que más disfruté porque las clases me transmitían mucha paz y me relajaban. Aunque he de admitir que al principio me daba mucha vergüenza porque no estaba acostumbrada a ese tipo de clases, e iba muy nerviosa a ellas porque me costaba mucho mostrar mis sentimientos en público, dejarme llevar por lo que mi cuerpo me decía… Pero sin duda, la experiencia valió la pena y volvería a realizar aquellas clases sin pensarlo dos veces.

MAITE CREIX.